domingo, 7 de septiembre de 2008

Girl from the north country

Ayer cuando me metí en la cama me sentía bastante nervioso. No es un estado habitual en mi, pero tampoco me es desconocido. Más que nerviosismo, es un estado de consciencia que me hace percibír todo a mi alrededor como si estuviera a punto de desmoronarse, incluida mi salud mental. Estado de fragilidad sensitiva lo llamaría yo.
En cualquier caso, resulta bastante desagradable.
Me tendí a tu lado, y debido a mi inquietud, mi mente fue vagando hacia pensamientos cada vez más escabrosos. Empecé a pensar en cómo sería mi vida si no te hubiera conocido hace ya casi diez años. Pensé en lo pequeño que me sentiría y en lo inhóspita que me parecería la cama. Pensé que no podría acurrucarme en la parte de las sabanas que tu cuerpo calienta.
Con estos pensamientos me giré ligeramente y me acerque a ti. Inmediatamente empecé a sentirme mejor. Sentí cuan reconfortante era tu calor y cuan fragante tu piel. Abracé muy despacio tu cuerpo en penumbra y besé tu pelo revuelto.
A los pocos minutos ya estaba dormido.