Desde los cuatro años José arrastraba una ligera cojera producida por una osteomielitis, la cual le costo no pocas bromas pesadas por parte de sus compañeros de estudios. Lo que en absoluto le impidió ser un estudiante brillante y desde muy niño destacar en todas las disciplinas. Quizá esta minusvalía física fue en parte la que le hizo desde muy joven potenciar sus dotes de oratoria, incluso desarrollar una personalidad muy fuerte e indudablemente atractiva para no pocas mujeres.
Con veinticuatro años había terminado sus estudios universitarios de filosofía, literatura, historia, arte y lenguas clásicas. Imbuido de un espíritu romántico y no exento de dotes para el arte, pensó en hacerse escritor y dramaturgo aunque las contadas obras que escribió en su juventud no tuvieron ningún éxito.
En parte frustrado por tales contratiempos, pero siempre sostenido por su férrea voluntad, sopesó las opciones de éxito que tendrían en la política su capacidad de inventiva y su indudable carisma y don de gentes. En esta ocasión no se equivocó. Tan pronto como su intuición le dijo quienes eran las personas adecuadas a las que seguir, empezó a ascender en un partido que a su vez se acercaba más y más al poder.
Fue por aquella época, siendo ya una celebridad de nivel nacional, cuando en uno de sus elocuentes discursos, conoció a Magdalena.
Ella era una bella mujer de 29 años -el tenía entonces 33- que rezumaba por todos sus poros inteligencia y el sofisticado encanto de la clase alta del país. José se volvió loco por ella y no cejó hasta hacerla su esposa. Un año después de la boda ya tenían a su primogenita, luego vendrían cinco hijos más. Debido a su popularidad y la felicidad que irradiaban no tardaron en convertirse en la familia modélica para el partido que representaban y que ya gobernaba el país.
Entonces fue cuando estalló la guerra.
En un principio la feliz pareja se limitó a observar el conflicto desde el apacible castillo en que vivían gracias a la fortuna de Magdalena y los éxitos políticos de José. Viendo jugar a aquellos hermosos niños nadie diría que el país se encontraba inmerso en la mayor guerra que nunca se hubiera conocido. Más con el transcurso de la contienda las tornas fueron cambiando y el enemigo fue tomando posiciones cada vez más cercanas.
Llegado el momento, la familia tuvo que trasladarse a la capital y refugiarse ya sin ninguna capacidad de decisión salvo en lo que se refería a sus propias vidas.
Los días parecían eternos guarecidos en el refugio y escuchando las cada vez más cercanas bombas enemigas. El fuerte carácter de José y Magdalena nunca flaqueó, y cuando llego el momento en que indudablemente no había ninguna opción de victoria o salvación, tuvieron muy claro lo que tenían que hacer.
El 1 de Mayo de 1945 el matrimonio Goebbels puso sus pijamas blancos a sus seis hijos, los acostaron, y una vez que estuvieron dormidos, los asesinaron suministrándoles una cápsula de cianuro a cada uno. Luego al caer la tarde y después de salir del Führerbunker se quitaron la vida.