jueves, 4 de diciembre de 2008

The endless enigma (Cuento de terror-fiction dedicado a "La Bala de Hollywood")

Hubo una época en que desde el planeta Nubia, poblado por una civilización muy antigua y sabia, de bellos rostros, piel oscura y brillante y gran estatura, se enviaron varias expediciones intergalácticas con el fin de hacer un inventario de todos los planetas habitados que se encontraran y ayudar con su desarrollada ciencia a los que lo necesitasen.
En una de estas misiones, que podían durar varios siglos según nuestra forma de medir el tiempo, la partida expedicionaria descubrió un pequeño planeta, muy parecido al nuestro, en el que parecía haberse desarrollado una civilización altamente tecnológica, pero desde el que no llegaba ninguna señal de actividad, ni mecánica ni vital.
Rápidamente aunque tomando las debidas precauciones -era un pueblo muy sabio- procedieron al aterrizaje. Lo que descubrieron al tomar tierra los dejó perplejos.
Toda la infraestructura de aquella aparentemente poderosa civilización estaba intacta: grandes edificios, vehículos, puentes... todo en perfecto estado, como si hubiera sido abandonado el día antes.
Al parecer aquel pueblo había exprimido de tal manera los recursos del planeta que la naturaleza no había tenido la fuerza suficiente para recuperarse y tomar el territorio que era suyo por derecho. Aunque lo que sin duda más impactó a los nubios fue el hecho de que los cuerpos casi fosilizados de los habitantes de aquel planeta se encontraban por doquier como si la muerte los hubiera sorprendido de repente mientras atendían sus labores cotidianas. Un autentico enigma.
Resueltos como siempre a afrontar cualquier reto que se lanzara a sus mentes decidieron estudiar a fondo la situación y descubrir el porqué de aquella repentina y aparentemente tranquila extinción, para lo cual escogieron unos cuantos cuerpos de aquellos seres y los llevaron a sus naves con el fin de estudiarlos detenidamente.
Los nubios poseían entre otros un conocimiento inimaginable de la neurociencia, e incluso en cerebros tan dañados como los de aquellas momias, podían estudiar los procesos internos que habían realizado cuando la sangre y el oxigeno corría por ellos.
Tras varios meses de arduos estudios y mediciones llegaron a una conclusión sorprendente:
Aquel pueblo había llegado a tener un gran dominio de la tecnología, como ya hemos dicho. Conocían la energía atómica, la nanotecnología y estaban muy cerca de llegar al dominio de la telepatía.
La cuestión es que llegó un momento en que la fiebre por lo tecnológico estaba tan arraigada en su cultura, que no había hogar, puesto de trabajo o vehículo en el que no hubiera cientos de dispositivos electrónicos e informáticos que lanzaban continuamente estímulos a aquellos cerebros aun primitivos en muchos aspectos. Estos cerebros, con el paso del tiempo, desarrollaron tal dependencia de aquellos estímulos que en el momento que estos cesaban, es decir, si el individuo no estaba viendo televisión, delante del ordenador, o hablando por el teléfono móvil, se quedaba casi instantáneamente dormido.
Llegados a este punto los nubios ya no tuvieron duda de lo que había pasado.
Hacia unos mil setecientos años, según las medida del tiempo de aquel planeta, se había producido una tormenta solar de inusitada fuerza, cuyo efecto inmediato en el planeta fue un apagón de magnitud global. Habían sufrido apagones con anterioridad pero los equipos de emergencia siempre habían llegado a tiempo para reparar lo que fuera necesario y restaurar la normalidad. Parece que en aquella ocasión los daños sufridos por los inmensos generadores y centrales eléctricas fueron tan graves que no hubo tiempo para una reparación satisfactoria.
Uno a uno o en grupos, en sus casas, en la calle o en su puesto de trabajo, los habitantes de aquella civilización tan confiada en sus propios logros, fueron quedándose irremisiblemente dormidos para no despertar jamás.




4 comentarios:

Scout dijo...

Mucha tecnología y poca empatía, está claro que ese puede ser el fín de cualquier especie.
Muy guapo el cuento Rumbonín.
Y yo que toy prácticamente incomunicada estos días y casi que lo agradezco.

walkingpolaherba dijo...

No estaría mal de todas formas eso de quedarte dormida cuando se te acabase la batería, no?...Sencillo, sin dolor. Yo firmaba ya mismo

Anónimo dijo...

Cuanto más lo leo más me gusta Rumbonín, magnífica pluma y mejor inspiración y talento. Es una delicia verte crecer, ánimo!!

Anónimo dijo...

Pues si que es guapo, pero un poco deprimente pensar en el fin de la civilización de esa manera.