martes, 24 de marzo de 2009

Brothers and sisters

Si tuviera que destacar a los que yo llamaría mis mentores musicales, creo que el primero, al menos cronológicamente hablando, debería ser mi padre. Uno de los primeros recuerdos musicales que tengo son los viejos songbooks de Ella Fitzgerald y los sencillos de la banda sonora de King Creole que hubo en mi casa desde que tengo uso de razón.
Más tarde entraría en escena Guti. Dos críos en pantalones cortos escuchando el "Tubular bells" o el "Back in Black" en una pequeña grabadora de aquellas monomando y viendo la vida desde las alturas de la panera de Ponteo.
Años después, ya siendo yo mayorcito, hice amistad con Ignatius, algo más joven que yo, pero que me sorprendió por el buen gusto que tenía para elegir los discos el jodío. Con el abrí mi mente a mucha otra música de la que ya he hablado en este blog en alguna ocasión.
Pero no sería justo si de esta lista excluyera la gran influencia de mi hermana Scout en mis gustos melómanos y melodramáticos.
En la época que vivíamos en Madrid, recuerdo ver siempre vinilos que iban y venían, prestamos que se devolvían más o menos tarde o que directamente no se devolvían etc...
Hubo muchos que nunca llegué siquiera a poner bajo la aguja, pero otros.... otros si.
Nunca olvidaré cuando apareció por casa el increíble "Rain dogs" de Tom Waits o el "De un país en llamas" de Radio Futura, pero estos días me acuerdo concretamente de dos discos que creo que me marcaron profundamente aunque luego he pasado muchos años sin escucharlos: Uno es el "Too-Rye-Ay" de Kevin Rowland & Dexy's midnight runners; un vivificante disco lleno de energía y melancolía a partes iguales. La introducción solo al piano de la canción "Plan B" me parece que alcanza las más altas cotas de lirismo, si yo algún día interpreto algo con la mitad de sentimiento me considerare afortunado.
Y el otro es "High land hard rain" de Aztec Camera" ¡una puta maravilla señores!, no se como describir este disco, -hace poco lo compré en cd-, pero recuerdo muy bien la hostia que me pegó la primera vez que lo escuché, tuve la impresión de no haber escuchado nada tan grande desde los Beatles. Hoy en día he escuchado mucha más música y tiene uno otra perspectiva pero hay cosas; pequeñas maravillas como "Down the dip" que lleva uno ahí enganchaditas como con un diminuto garfio, ahí en la parte izquierda del pecho, ahí junto a eso que hace pum, pum, pum...
Gracias Scout.


Boots of spanish leather

Allá por las navidades más o menos creo yo, me compré unas botas de las que yo llamo de motero y que ya había gastado en mi alocada juventud: en color marrón, con hebilla en el lateral, vamos una pasada, y después de la primera semana de adaptación, comodisimas oiga. Me mola mucho caminar con ellas cuando vuelvo de currar, ya de noche y los pocos viandantes que a esa hora encuentras se giran ante el ruido de mi chulesco taconeo...toc, toc, toc.. la verdad que mola la hostia ..¡que coño!...
Luego llega uno a casa y parece que viene de, no se: perseguir a los indios o conquistar Iwo-Jima o algo de eso. Ahora si, cada vez que me las quito y las dejo en el suelo al llegar a la habitación no puedo evitar acordarme entre risas del chiste que contaba Luigi, aquel de: ¡Tira la otra hijoputa que no podemos dormir!


domingo, 22 de marzo de 2009

White trash

En el pueblo donde vivo, osea, Grao, Asturias, España, la autoridad local se dedica con mucho ahinco a perseguir, acorralar, detener y en resumen acojonar a los chavales negros que venden CD's en el mercado de los domingos y miércoles. Sin embargo los "muchachos" del pueblo, los que llevan el coche tuneao con escape libre, los que rompen vasos y botellas a las dos de la mañana -eso cuando lo que rompen no es la cara del prójimo-, los que encuentran el súmmum del divertimento reírse como asnos en mitad de la calle cuando todo el mundo duerme, o llamarse unos a otros en la distancia: "¡¡¡Geluuuu...eh Geluuuuu.... ven pa'ca gallu...!!!", en definitiva, los que en las pelis del sur de los Estados Unidos son fornidos muchachotes con pantalones tejanos con peto, camisas de cuadros y una brizna de paja en la boca, esos campan a sus anchas: desde sus más o menos graciosas bromas de última hora de la tarde hasta los violentos y etílicos arrebatos de madrugada, siempre con el aplauso de sus sumisas y no menos estúpidas acompañantes femeninas, -¡menuda generación!, ¿de que habrá servido toda la lucha feminista?-, y todo bajo la más absoluta permisividad de las supuestas fuerzas de orden público municipales.


jueves, 5 de marzo de 2009

Birds on a wire

No tenía yo nada a mano de Leonard Cohen, total que me pillo la típica recopilación.
Empieza Suzanne y en el momento que escucho las primeras estrofas... ¡Joder! se me viene todo a la mente.
Oviedo, la época en que todavía estábamos todos juntos: Jandro, Viti, Manfredo -que aun no era Manfredo- , Ignatius y yo.
El piso de Comandante Vallespin, el frío, la música a todas horas, tocar la guitarra en la cocina, las salidas nocturnas, encontrarse con mi hermana o con El Neño a altas horas, los cigarritos de la risa, las resaconas... yo que se, el viaje a Madrid para ver a Jethro Tull en mi vieja furgoneta, la "Gipsy Queen" que decía Manfred, los pasteles a las seis de la mañana... todo tipo de historias escabrosas que no merecen ser contadas... y Leonard Cohen, mucho Leonard Cohen.

La hostia, se me saltaban las lágrimas...

lunes, 2 de marzo de 2009

Why should i care

La lluvia, un piano, el sonido de unos platillos y una maravillosa guitarra electrica.
¿Por qué debería preocuparme si me tengo que cortar el pelo?
Una de las más hermosas canciones que conozco. Gracias Pete...

The real me.

Tenía unos dieciséis años pero aparentaba más. Vivía en el barrio de Maravillas, Madrid, pero aún no era el barrio de moda que es hoy en día. Simplemente, o al menos eso le parecía a el, era un barrio popular, con sus amas de casa tirando de los carritos a la vuelta de la compra, sus viajantes visitando a los clientes de toda la vida, los repartidores voceando en las aceras, los claxones chillando y los chiquillos caminando diligentemente hacia el colegio.
Eso era Madrid para el en aquella época: un rectángulo que limitaría al norte con la glorieta de Cuatro Caminos, al oeste con la Puerta de hierro y la carretera de la Coruña, al este con la calle Goya y el Retiro, y al sur, el siempre atractivo sur, con el Paseo de las Acacias y la glorieta de Embajadores. No necesitaba más. Sabia de sobra que la ciudad se extendía mucho más allá en todas direcciones, pero en ese recuadro era donde el se desenvolvía y se sentía arropado por la noble arquitectura que abarcaba desde la época de los austrias hasta el neoclásico más grandilocuente, pasando por la herencia popular de las añejas corralas que aún se mantenían en pie en el bizarro barrio de Lavapies.
En aquel entonces, ya digo, en el ecuador de su no poco problematica adolescencia, coincidió que acabo adoptando la ética y estética de los Rockabilly, tendencia urbana con mucho tirón en su barrio. Como todo adolescente sensible y con la autoestima a medio pelo, no tardó en formar parte de las míticas pandillas que frecuentaban los templos sagrados: el King Creole en la esquina de la Corredera alta y San Vicente Ferrer, el Grease en la calle San Marcos o La Mala Fama en la calle de la Ballesta, de peor fama aún que el bar.
Guardaba la apariencia sin fisuras: el tupé altivo, las patillas recortadas, la mirada siempre alerta, y la altivez y coraje en los encuentros con los mods y skinheads en los bajos de Aurrerá. No era fácil la vida entre los rockers de lo que hoy se llama Malasaña. Pero, pese a que siempre estuvo a la altura, pese a que siempre disfrutó con los acordes de "Cut a cross shortly" y el riff de "Twenty flight rock". Siempre guardó como el más profundo de los secretos, que su disco favorito en aquella época y muchos años después, siempre fue Quadrophenia, de los eternos enemigos, los más odiados, The Who.




Gentileza de Soy del montón
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