La noche transcurre tranquila en los pueblos y valles. La campiña resplandece bajo la fría luna de plata, ¿no sabíais que la luna es de plata?
Todo está quieto y silente, sólo alguna lucecilla amarillenta en alguna ventana acentúa la soledad de la noche sobre los campos.
Parece que la tierra se está tomando un respiro...
Pero no es así.
A pocos Kilometros, en el polígono industrial la fabrica bulle; se exprime, bufa y expele grandes fumarolas de vapor.
Dentro de la fábrica todo cruje y chirría, se suda y se maldice, los rostros se tensan, se aprietan los dientes. Las rudas botas resbalan una y otra vez sobre el cemento grasiento del suelo.
El pasto del mar es arrebatado de las fauces del leviatán innominado por la más abyecta criatura que jamás pisó la tierra o se adentró en los mares. El monstruo grande de la Industria no espera y su exigencia es enorme, su apetito voraz.
La fábrica gime, se contrae igual que los exaustos torsos a pleno rendimiento.
-¡Poca presión de vapor!
-¡Purgad la caldera!
-¡Arrancado el motor de cogeneración!
-¡MÁS PRESIÓN!
Vuelta a empezar.
Las válvulas giran como los ojos febriles que las observan. Todo se expande y se contrae a 9.000 revoluciones por minuto. Todo está a punto de estallar pero nunca estalla, o quiza esta vez si...
En el último momento un nuevo y creciente sonido hace que todo se detenga. Los oidos castigados escuchan con atención. Si, es la sirena...
Las caras llenas de aceite se relajan vencidas por el sueño, llega el relevo de la mañana.
-Nos vemos esta noche....
Todo está quieto y silente, sólo alguna lucecilla amarillenta en alguna ventana acentúa la soledad de la noche sobre los campos.
Parece que la tierra se está tomando un respiro...
Pero no es así.
A pocos Kilometros, en el polígono industrial la fabrica bulle; se exprime, bufa y expele grandes fumarolas de vapor.
Dentro de la fábrica todo cruje y chirría, se suda y se maldice, los rostros se tensan, se aprietan los dientes. Las rudas botas resbalan una y otra vez sobre el cemento grasiento del suelo.
El pasto del mar es arrebatado de las fauces del leviatán innominado por la más abyecta criatura que jamás pisó la tierra o se adentró en los mares. El monstruo grande de la Industria no espera y su exigencia es enorme, su apetito voraz.
La fábrica gime, se contrae igual que los exaustos torsos a pleno rendimiento.
-¡Poca presión de vapor!
-¡Purgad la caldera!
-¡Arrancado el motor de cogeneración!
-¡MÁS PRESIÓN!
Vuelta a empezar.
Las válvulas giran como los ojos febriles que las observan. Todo se expande y se contrae a 9.000 revoluciones por minuto. Todo está a punto de estallar pero nunca estalla, o quiza esta vez si...
En el último momento un nuevo y creciente sonido hace que todo se detenga. Los oidos castigados escuchan con atención. Si, es la sirena...
Las caras llenas de aceite se relajan vencidas por el sueño, llega el relevo de la mañana.
-Nos vemos esta noche....
